lunes, 15 de abril de 2013

"ESO NO SE HACE": CÓMO NO ANIMAR A LOS JÓVENES A LEER


Es comprensible que para un niño, acostumbrado a desintegrar civilizaciones y desmembrar zombis manipulando los botones de un cruasán de plástico o restregando sus dedos por la pantalla de un artefacto que básicamente es una bandeja a la que han olvidado poner asas (con lo útiles que son…)
, resulte difícil de asimilar la idea de buscar entretenimiento en algo tan sencillo, mal iluminado y poco ruidoso como un libro.

Y para nosotros, es decir, aquellos que llevamos al menos tres décadas vivos y que nunca seremos capaces de utilizar más del 3% de las funciones de nuestros "esmartfouns", es imposible comprender cómo funciona o qué alimenta la imaginación de los cachorros de nuestra especie. Por lo tanto es absolutamente necesario, incluso me atrevería a decir urgentemente imprescindible, que dejemos de intentar animarles a adquirir el hábito de la lectura con expresiones que, faltos de experiencia literaria, puedan interpretar de manera imprudentemente literal, como por ejemplo:

- “Un libro te hace volar”, antes de que una pobre y sufrida madre se lleve el susto de su vida al ver a su hijo encaramarse a la ventana del salón con un libro en cada mano y empezar a aletear…

- “El libro es tu mejor amigo”, lo que causará una angustia indescriptible al joven cuando no acepte sus solicitudes de amistad en el “feisbuc” ni conteste con sonrientes caritas amarillas a sus “guatsaps”.

- “Un libro te ayuda a encontrarte a ti mismo”, o la próxima vez que un grupo de adolescentes se pierda durante una excursión en el monte (y sus móviles no tengan cobertura), uno de ellos dirá a sus compañeros que no se preocupen, que tiene la solución y sonriente y seguro de sí mismo sacará de un bolsillo su ejemplar de las Leyendas de Becquer (sin leer, claro está, ya que el trabajo que presentó en clase de literatura sobre esta obra lo encontró “guguleando” por la “guorlgüaidgüeb“…).

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