… cada vez que terminas una página calculas cuántas faltan para llegar a la mitad del capítulo, y cuántos capítulos hasta llegar a la mitad del libro.
…preferirías pintar una pared y quedarte mirando como se seca la pintura antes que continuar leyendo.
… si se trata de una historia situada, por ejemplo, en África, lo único que te anima a seguir con tu lectura es la esperanza de que al protagonista lo pisotee una manada de avestruces furiosos lo antes posible.
… hace que te entren unas ganas irresistibles de invadir Polonia.
… no te molesta que un completo desconocido llame a tu puerta para explicarte que el verdadero fin del mundo se acerca y ofrecerte una plaza en una nave espacial en la que escapar del planeta. Y después de que insista en que se tiene que marchar, prefieres leer el folleto explicativo que te ha dejado antes que seguir con tu libro.
… bostezas tan a menudo que un pájaro está intentando meter ramitas en tu boca para construirse un nido.
… al final mueren todos los buenos y ganan los malos, y aunque lloras tus lágrimas son de alegría porque se haya terminado de una vez.
(No puedo demostrarlo, pero apostaría a que el dueño del perro de la fotografía se ha atascado en la página 114 de un libro de 600 y está dispuesto a entretenerse haciendo cualquier otra cosa...)
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