miércoles, 25 de julio de 2012

El enredo de la bolsa y la vida


Tras los episodios de El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de señoras, el loco detective de Eduardo Mendoza vuelve a las andadas.


La culpa es, en esta ocasión, de la repentina desaparición de un viejo conocido, Rómulo el Guapo, con quien compartió tiempo y heridas en el sanatorio mental en el que estuvieron internados. Después de que Quesito le dé la voz de alarma, comienza un delirante enredo del que participan unos personajes concordes a la acción: Lavinia Torrada, Pollo Morgan, la familia Siau (abuelo, padre, madre e hijo adolescente incluidos), su hermana Cándida y el marido de esta, el swami de un centro de yoga Pashmarote Pancha, la subinspectora del cuerpo especial de policía Victoria Arrozales, el africano albino Kiwijuli Kakawa (más conocido como Juli), la acordeonista Moski, el repartidor de pizza Manhelik, el señor Armengol y el terrorista internacional Alí Aarón Pilila.


Nuestro detective, amante de los boquerones con Pepsi, se verá obligado a dedicar sus escasos posibles al pago de recompensas a los colaboradores en la investigación y a abandonar su desierto negocio para frecuentar el bazar La Bamba, el restaurante Se vende perro y el bar El rincón del gordo soplagaitas.


Este mundo fuera de lo normal contrasta con el de la crisis económica y los problemas europeos, pan nuestro de cada día y protagonistas en el desenlace de la historia. Eduardo Mendoza, como ya hiciera, por ejemplo, en Sin noticias de Gurb, toma como referente la actualidad para presentarnos un relato con el que pretende que nos olvidemos un rato de ella y que nos riamos a carcajadas con el más disparatado de los detectives.

No hay comentarios:

Publicar un comentario