Al igual que sucede en las pruebas de acceso a las fuerzas especiales del ejército de la mayoría de los países occidentales, aquel que pretenda formar parte de la plantilla de una librería casi con total seguridad deberá responder a una serie de preguntas. Además, hay que tener en cuenta que no todo el mundo está igualmente capacitado para dedicarse a la noble y ancestral tarea de vender libros. Por ejemplo, quizás no sea el más indicado para este tipo de trabajo alguien que:
No hable el idioma local:
- Buenos días, quería la última novela de Pérez-Reverte.
- Добро пожаловать Здравствуйте Привет. Алло?
- ¿...?
Sea demasiado espiritual:
- Estoy buscando un libro que...
- Y ese libro también le está buscando a usted. Será un honor para mí acompañarle en su búsqueda.
- Eh... sí, mire, el título es...
- ¡Silencio! ¡No hable! ¡Solo sienta! El universo nos ayudará a encontrar su libro...
Tenga una ligera tendencia a la paranoia:
- Buenos días, ¿tiene el último libro de Ken Follett?
- Sí, ¿cómo lo sabías? ¿Quién te envía?
- Nadie... yo... ¿solo quería comprarlo?
- ¡Dinero! ¿Me estás ofreciendo dinero? ¡Yo no estoy en venta!
Se identifique excesivamente con la situación del cliente y... sea quizás un poco demasiado dramático:
- Entonces, ¿no les queda ningún ejemplar?
- ¡No, maldición! ¿Por qué esto sucede siempre a quien menos se lo merece? ¡Pero tiene que ser fuerte, me oye, fuerte! ¡No puede rendirse, no permita que este contratiempo acabe con sus ilusiones!
- Pero... ¿qué está haciendo? ¡Suélteme!
- No se resista, llore, llore y desahóguese, aquí, sobre mi hombro...
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