A nuestras amigas las editoriales en ocasiones les parece
oportuno dotar a uno de sus títulos de una “faja”, término que en este
contexto se refiere a la tira de papel que rodea las cubiertas del libro e
informa a sus lectores potenciales de que se ha merecido el honor de alcanzar
una (al menos) segunda edición o de que ha entusiasmado a cierto autor de
renombre que quiere aprovechar la oportunidad para recomendarlo. Y así este
libro destacará entre sus compañeros como lo haría un niño que jugara con sus
amigos en el parque, si estos fueran vestidos de paisano y él llevara el traje
con el que tomó su primera comunión.
Mientras que para un sufrido librero esta misma faja se puede convertir en algo parecido a una ortiga oculta en un campo de margaritas o a un afilado trozo de
cristal enterrado en la fina arena de la playa, ya que hace que los libros que
la portan sean más resbaladizos e ingobernables de lo habitual al enredarse,
rasgarse y desgarrarse durante los momentos más inapropiados, añadiendo
frustraciones a, por ejemplo, la tarea tipo Tetris 3D de llenar una caja de
libros sin que quede una molécula de aire entre ellos.
Pero llegan los de Blackie Books y descubren que una faja
puede contener los equivalentes literarios a los extras de un DVD, en una
iniciativa poco habitual y que parece estar dirigida principalmente a aumentar
el disfrute del que ya haya comprado y comenzado a leer el libro en cuestión.
Este ha sido el caso de la estupenda novela “Los millones”, de Santiago Lorenzo,
que afortunadamente han recuperado para su catálogo cuando las posibilidades de
encontrarla en las estanterías de una librería empezaban a ser similares a la
de toparse con un dodo entre unos arbustos, y en cuya correspondiente faja
podrás encontrar datos e imágenes directamente relacionados con la historia y
su autor, batiendo además récords de aprovechamiento de espacio y que también se puede convertir en ¡un
póster!
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