martes, 2 de julio de 2013

Un paraíso inalcanzable

"Un Dickens moderno" anuncia la editorial. "Maravillosa obra más allá del costumbrismo..." dice la prensa especializada. "Esta noche he estado hasta las tantas leyendo un libro que me ha encantado; no podía dejarlo a medias..." me comentaba una amiga. Pues... no hay remedio: me veo obligado a leerlo. Pero no es que simplemente lo haya leído, es que lo he disfrutado como hace tiempo no tenía ocasión. Y mi disfrute ha sido mayor al enterarme de que, aunque la historia concluye, el libro que tengo en las manos es el primero de una trilogía. Ardo en deseo de volver a encontrarme con los personajes de John Mortimer, abogado criminalista (por cierto defensor de complejas demandas contra revistas, libros y discos censurados por pornografía), dramaturgo, novelista, guionista e infatigable enemigo de Margaret Thatcher.
He de reconocer que, en un principio, los primeros pasajes del libro me dieron un poco de respeto. Parecía que hablaba mucho de política, circunscripciones comarcales, locales, pedanías... ¿y si resultaba ser un leño? ¿Y si se centraba demasiado en el aspecto religioso del personaje que sirve de excusa para desencadenar toda la acción...? También podía ser un tostón... Pero no, mis recelos iniciales eran infundados.

Argumento.
La acción se centra en un pequeño pueblo a escasas millas de Londres. Tan cerca como para albergar entre sus vecinos a altos ejecutivos y directivos de La City, pero conservando a la vez la esencia de un genuino pueblecito inglés con su cotidiana vida rural, su recalcitrante aristocracia, las clases más llanas y su pausada vida.
Con auténtica y flemática ironía inglesa nos cuenta la evolución de una sociedad clasista e impermeable desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta los años '80. El pretexto que origina la acción es una herencia otorgada, sorprendentemente, a la persona ¿equivocada? 
El reverendo Simeon Simcox (accionista de una empresa cervecera, socialista de vocación y acérrimo defensor de causas perdidas) ha dejado todo su patrimonio a Leslie Titmuss (personaje de humilde origen que gracias a sus maquiavélicas artes y su actitud arribista en la vida conseguirá ser un miembro muy influyente del gobierno Tory pese a quien le pese y pasando por encima de quien sea) 
Los dos hijos del reverendo, Fred (médico de cabecera e intérprete de jazz en sus ratos libres) y Henry (escritor, guionista, Angry Young Man con intención de cambiar el mundo, cuyos triunfos laborales le llevarán a su ruina personal) se tomarán de diferente (y antagónica) forma la decisión de su padre.
Entre medias de Fred y Henry estará el gran amor de ambos, Agnes, personaje con una importante carga. Y no me quiero olvidar de Charlotte y de Tom Nowt. La primera es la hija de una aristocrática familia local  y mujer de Leslie Titmuss; con ínfulas de clase obrera sus acciones pueden ser de lo más imprevisible. Por otra parte Tom propietario de una magnética cabaña en el bosque con misterios que todo el mundo intuye pero de los que nadie quiere hablar. La lucha por el poder económico y político, los escarceos amorosos y las infidelidades parecen saltar cual liebre en el monte...

Conclusión. 
Su lectura me ha resultado un placer. La trama principal se ve mejorada por las secundarias que la apuntalan hasta el infinito. Los saltos temporales de la acción son geniales imprimiendo a la acción un ritmo implacable. Cada personaje y cada acción tienen su razón de ser: no hay improvisación, todo encaja como un puzzle. Los personajes para mi son lo mejor: su definición, su evolución a lo largo de la trama, sus relaciones, sus decisiones... dan tal consistencia a la novela que lo acercan a los grandes novelones decimonónicos.

Que la disfruteis.


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